La Crisis Energética explicada a los pasotas
Comienza el Otoño Caliente de la Crisis Energética y dejamos atrás el que han llamado «verano del derroche», simplemente porque las familias gastaban de manera normal de nuevo, después de una temporada de pequeños ahorros obligados por cierto virus que nos has lastrado unos años. Así pues, a la normalización la comenzamos llamando, tanto en los medios como en la calle, «derroche». Así es más fácil encontrar un cabeza de turco para lo que viene después. Vamos fabricando a la bruja en Salem antes de que esta siquiera aprenda un solo hechizo.
- Antecedentes, Los años del Coronavirus y sus consecuencias.
- El problema de la Crisis Energética Europea.
- La Nueva Guerra Económica y su impacto
- Una lista de Soluciones
El desabastecimiento viene del Coronavirus
Ya por aquel entonces se decía, cuando cerraban las fábricas chinas por el confinamiento, que las consecuencias se verían después. Llegaría un momento en el que las piezas fabricadas no estarían listas para Occidente y el mercado tendría microcortes de desabastecimiento. Pensemos que dos o tres semanas de retraso, en un mercado mundial como el nuestro, puede sigmificar pérdidas de dinero para muchos. Si bien es cierto que ya se dijo en su momento que no serían problemáticos en una medida grave, esto podría provocar pequeños ERTES. Los famosos ERTES que no pensamos que fueran a vivir más allá de la pandemia. Resulta que sirven para algo más. Para no despedir permanentemente departamentos enteros por falta de repuestos.
Ahora vemos como Fábricas de componentes ya aplican estas medidas en Occidente. En el sector de los automóviles, ordenadores, incluso en alimentación. Y esto puede facilmente conducir al pánico y crear un efecto dominó. Pero no debería ser así. Los cierrres suelen ser semanales, ni siquiera mensuales. Un trabajador asegura un sueldo mientras espera que sea vuelto a llamar. Y hay más opciones para la empresa que los temidos ERTES. Soluciones para empresas que busquen más productividad y sean listas, claro. Pueden invertir en Formación para sus Trabajadores, algo en lo que este país no está muy puesto. Tres semanas de Formación Subvencionada mientras el repuesto de las narices llega de China no es mala cosa. Consigues trabajadores más preparados. No tienes que buscar para puestos intermedios tanto en el mercado exterior y sí en la propia cantera.
Menudo follón europeo para encender una bombilla
El Mercado Europeo Energético es un caos de proporciones épicas. Imagina que vas a comprar el famoso pack de Carrefour de 30 productos básicos a 30 Euros. Y es que tu economía no da para más. Y oye, no te va mal así, llegas justo a fin de mes. Pero resulta que cuando llegas a caja te cobran un recargo para compensar el caviar que ha comprado Tamara Falcó como ingrediente de uno de sus platos como Chef. Todos acabamos comprando nuestras cestas baratas a precio de caviar. Y encima el caviar comienza a subir de manera exponencial por presiones, miedos y malas gestiones internaciones. Al final lo que sucede es que Tamara (es un ejemplo, nadie quiera rencilla personal que no la encontrará) buscará alternativas más económicas al caviar, pero la cesta se seguirá pagando a precio por las nubes.
Este ejemplo anterior es lo que sucede con la energía. Para colmo, al aplicar la Excepción Ibérica impuesta por el Gobierno, las eléctricas han añadido compensaciones en su factura para que al final la energía esté más a precio de privilegio que de derecho. Esto es un problema añadido a la Crisis Energética. Familias que estaban al límite caen en la bancarrota cuando la factura pasa de setenta euros de 2021 a ciento cincuenta o doscientos euros en menos de un año de subidas. Y no digamos ya ciertos negocios que ven multiplicados por miles su factura de la luz.
Este verano se generó una psicosis por el hielo porque muchas empresas no veían a principios de año rentable producirlo por los costes de luz y decidieron esperar. Esto encareció el precio, generó una pequeña burbuja y los moldes para hielo llegaron a tripicar su precio. En realidad todo esto era un gran globo de nada. Algo parecido al tema del papel higiénico en los principios del confinamiento, cuando fue el miedo lo que generó la desaparición del género. Y todo para que luego sobraran rollos por todas partes. ¿Qué pensaban los bares y restaurantes de todo esto?, pues que les venía la hecatombe.
La Restauración lleva una temporada para olvidar
Hubo locales que cerraron por no poder afrontar las restricciones de la pandemia. Con las cuentas al límite, no pudieron reformular ni renovar su estrategia de venta y cerraron persiana. Podemos pensar, como en toda crisis, que siguieron abiertos los locales con cuentas más saneadas, pero el varapalo continúa. Otra tanda de locales no van a poder afrontar pagar la subida de la luz y se ven abocados también al cierre. No les compensa la vuelta de los clientes cuando el beneficio se les va en facturas mensuales.
Otras tantas se ven obligadas a subir los precios de los menús y la cerveza para sobrevivir. El negocio que no estaba lo saneado que tendría que estar antes de todas estos tortazos va a sufrir el efecto y va a contagiar a los demás. Porque el contagio de la Crisis Energética va más allá que las cifras del famoso Coronavirus. No sólo va a suceder con los bares. Esto también se comienza a notar en la subida del pan y de la bolsa de la compra en general. Al final todos los productores dependen de la energía.
Esto nos lleva a la famosa inflacción. Los precios suben que es una barbaridad. Pero, ¿todo esto está provocado por que Europa no sabe controlar a sus Eléctricas? En parte sí, y es necesaria una Unión Energética como lo fue la Económica y Política, pero la realidad es que otro factor venido de oriente terminó por hacer volar nuestro mundo.
La Crisis Energética es en realidad una Guerra Energética
Estamos ante un modelo de Guerra que puede parecer nuevo pero que en realidad es de los más antiguos que se recuerdan. El que llamamos Asedio. Nuestras tropas esperan fuera mientras en el castillo se van muriendo de hambre. Esto ya se hizo en Troya. Putin es un mamonazo, y eso lo sabemos todos. No hace falta meternos más en el conflicto político entre Ucrania y Rusia, ya que no estamos al nivel de cualquier analista geopolítico para esto o al de tu cuñado. Pero si es interesante pararnos en el corte de gas entre Rusia y Europa. Y la dependencia que se tenía desde la Unión Europea de un gas de un socio que no era muy de fiar.
Ahora volvemos a escuchar el condicional y el subjuntivo en las frases de los políticos. «Se tenían que haber encontrado alternativas al gas ruso», «ojalá hubieramos invertido en energías renovables para tener independencia de otros estados». Pero resulta que el condicional y el subjuntivo son las peores formas para expresarse en el amor, en la política y en los negocios. Aportan poco. La realidad es que entramos en la Guerra imponiendo sanciones económicas a Rusia y esta ha contratacado con el cierre de las tuberías. Si no se veía venir es que se era estratégicamente ciego.
La respuesta de Europa ante el corte ruso
En este momento suponemos que toda Europa se une para hacer frente común al nuevo desabastecimiento, no ya de materias primas, esta vez de energía. Pero no es así. España quiere construir un nuevo puente hacia Alemania para suministrar el gas que ahora tiene que vender a Francia a precio menor. Pero Francia dice que nones, que tienen nucleares como para encargarse ellos del negocio y vender al norte de Europa la energía necesaria. Cada uno intenta sacar su propia tajada. Desde Bruselas juegan al ping-pong con esta lucha interna y un día apoyan a unos y al siguiente a otros. Y mientras tanto Alemania comienza a hacer acopio de carbón para el invierno.
Esto es un varapalo ecológico. No sólo por el temido posible uso de armas atómicas por parte de Rusia en su guerra. Más bien porque volvemos al carbón y a las nucleares cuando deberíamos estar pensando en redes de viento y de Sol. Podríamos pensar que ahora mismo la ecología es algo secundario. Pero también podríamos pensar en las protestas de este verano cuando una ley nos obligó a subir a 27º el aire acondicionado en locales públicos. Se nota, ¿verdad? Negar el cambio climático es como negar la redondez de la Tierra o las enfermedades recientes. Cosas de grupos de estructura mental paramilitar. Pero eso es cosa para otro artículo. Quedémonos, como gente sana y limpia de contaminaciones tuiteras, con que el Cambio Climático es un hecho incontestable.
Y las soluciones a la Crisis Energética, ¿cómo serán?
Lo primero que tenemos que hacer es mantener la calma. ¿Cual es el coste real de esta nueva crisis? Su impacto ha de ser absorbido por nuestros bolsillos. La cuestión es hasta que punto la clase media puede eliminar ciertos lujos o caprichos sin tampoco verse muy mermada. Y hasta que punto, como los bares a los que nos referíamos antes, las familias con economías menos saneadas y más empobrecidas pueden verse abocadas a la bancarrota.
Ahora salen los economistas agoreros de siempre, cizañeros de tertulia, gritando titulares como «este fue el último verano que te podrás permitir» o «en invierno morirás de frío y hambre». La realidad no es así. Es cierto que vas a seguir pagando un pastizal por la factura de la luz. Y que la cesta de la compra es alta. Pero hay otras compensaciones que vas a notar enseguida.
Por un lado la inflacción ya ha tocado techo, escribiendo esto a principios de Septiembre de 2022. Además de por su propia naruraleza, parece ser que la subida de puntos por parte del Banco Central Europeo ayudará a frenar esta subida. No esperes más subidas más allá de las normales. Esto no quiere decir que los precios vuelvan a bajar, pero los picos de subida se estabilizarán.
Algunos ya dicen aquello de que la economía puede entrar en recesión, o por lo menos que no suba lo deseado. La vida y la economía aguantarán eso y mucho más. Nerviosos no. Ahora bien, la medida del BCE encarecerá cierto tipo de hipotecas como efecto secundario, las llamadas variables. Así que los que estén en esta fórmula que piensen que en un año puede que paguen entre 1400 a 3400 Euros más. Es una pasta.
¿Y esto cómo nos afecta?
Ciertas medidas como el abaratamiento de los Transportes Públicos mantienen más dinero en la cartera. Si se destina este ahorro a la factura de la electricidad se podrá hacer frente de una manera más efectiva. Estamos hablando de una media de 30 euros mensuales por persona.
Les toca mover ficha ahora a los Gobiernos de todos los colores para que la Crisis Energética no mate nuestro día a día y no se vea muy perjudicado. Y a nosotros nos toca reducir ciertos gastos y aguantar ciertas molestias y situaciones duras durante una temporada.
- Cesta de la compra más cara
- Factura de la Luz por las nubes
- Más frío en locales públicos en invierno
- Más calor en los mismos locales en verano
- Transportes Públicos más masificados
- Posibilidades de ERTES en el trabajo
- Hipotecas Variables más caras por la subida de tipos
En la medida de lo posible, debemos intentar dar la vuelta a estas premisas negativas, tanto de manera personal como Gubernamental.
- Ayudas del Gobierno para la Cesta de la Compra Básica en familias y personas empobrecidas.
- Ahorro en otras medidas (como el abono de transportes) para que la Factura de la Luz no sea tan dura
- Abrigarnos más en locales públicos en invierno
- Más uso de Ventiladores y alternativas al aire acondicionado en locales en verano
- Modificación de Horarios en los meses de calor para reducir su impacto
- Usar los Transportes Públicos, aunque estén más masificados
- Posibilidades Formación Laboral como alternativa ante los ERTES
- Quizás es momento de esperar unos meses para comprar un piso, todas la hipotecas van a subir este año.
Esto es mucho pedir, eso está claro. Ya venimos de aguantar la pandemia y todos sus derivados. Y ahora tenemos como postre no deseado esta Crisis Energética. Pero es que esto no es algo a elegir. Es lo que nos ha tocado. Pequeñas medidas de ahorro y gestión de nuestra economía familiar harán mucho por protegernos. Apostar por Energías limpias, por conciliar al trabajador y a la empresa con nuevos horarios y modelos como el teletrabajo, por viajar menos en coche y más en trenes y autobuses. Es un buen momento para cambiar muchos de nuestros hábitos para, de una vez, salir mejores. Sin eslóganes estúpidos, con realidades.